La reciente oleada de aranceles impuestos por Donald Trump a los productos europeos, especialmente al aceite de oliva español, ha desencadenado una crisis en el sector agrícola y ha reavivado tensiones políticas en Europa. Detrás de las protestas de los agricultores y las respuestas de partidos como Vox en España, se esconde una compleja red de alianzas ideológicas y contradicciones que vinculan a la extrema derecha con el proteccionismo de los Estados Unidos, incluso cuando sus políticas perjudican directamente a las economías locales.
Los aranceles del 20% afectan especialmente al aceite de oliva, producto del que España es el principal exportador mundial. Estados Unidos importa el 95% del aceite que consume, y España envió en 2024 más de 113.000 toneladas por valor de 1.013 millones de euros, un sector que representa el 30% de las exportaciones agroalimentarias españolas al país. Organizaciones agrarias han alertado de que estas medidas encarecerán los precios para los consumidores estadounidenses y pondrán en riesgo miles de empleos en regiones como Andalucía, y especialmente en Jaén, donde se concentra el 80% de la producción nacional.
El Gobierno español ha reaccionado con un plan de 14.100 millones de euros para mitigar el impacto, pero agricultores y cooperativas exigen a la UE una respuesta más contundente, incluso con medidas de represalia, represalias que pueden poner los agricultores desde ya, no olvidemos que para producir nuestro oro líquido empleamos tractores, fertilizantes y toda clase de insumos estadounidenses.
Aunque los aranceles perjudican directamente a sus bases rurales, partidos de ultraderecha como Vox han optado por respaldar a Trump, priorizando la afinidad ideológica sobre los intereses económicos locales. Santiago Abascal, líder de Vox, ha culpado a la UE y al "Pacto Verde" de los problemas comerciales, desviando la atención de las políticas proteccionistas de Trump, al que apoyan de forma inquebrantable. Esta narrativa se alinea con el discurso anti-Bruselas y nacionalista que caracteriza a estos grupos, a los que se suma el partido Popular en las Comunidades Autónomas donde gobiernan juntos.
Las protestas agrícolas y el apoyo a Trump exponen la tensión entre los intereses económicos locales y las alianzas ideológicas transatlánticas de la extrema derecha, en un momento en el que la unidad de Europa es imprescindible para poder negociar juntos el futuro de nuestras producciones.